viernes, 5 de octubre de 2007

Hablar

Suelo hablar poco. En los eventos sociales me dedico a observar más que conversar y de seguro más de alguien se va con la sensación de haber estado frente a una persona autista. Y sí, tengo aire de distraída, sin embargo, me voy llena de detalles y situaciones raras que sigo con la mirada; algún gesto obseno luego de que una chica pasa entre dos hombres, la mueca irónica entre dos mujeres que se saludan, el baile extraño de una pareja borracha, los ojos entrecerrados de una niña bohemia.
La pregunta diaria de mi acompañante es "¿estás aburrida?" y me suelo sorprender y sonreír y decir, "claro que no" y siento que me divierto pensando miles de cosas y tengo ese humor especial que te carcome y te lleva a otro espacio mental. Pero sí me gustaría hablar más. No temer a mis dichos o actos, a mis pensamientos u opiniones. Aún así son pocas las palabras que balbuceo y casi nula mi capacidad de expresión.
Me quedan dando vueltas en mi cabeza las frases de los otros y las medito constantemente y suelo repetirlas y comentarlas sorprendiendo a mi acompañante con cara extraña preguntándome porqué recuerdo tales cosas. Y yo con mala memoria también me sorprendo y vuelvo a callar para pensar otras cosas, y otras cosas, y otras cosas y mirar por la ventana mientras la micro se pasa los paraderos y no fijarme en el doble bip de los validadores de las máquinas enchuladas y no contar a los que pagan o no. Prefiero ir mirando por la ventana y ver los gestos de los que se quedan abajo, pensando porqué a mi sí me paró la micro.

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