viernes, 9 de marzo de 2007

NO confies


Sé que no debo confiar, pero igual lo hago. Así, me pongo en la palma de la mano de los demás creyendo en sus buenas intenciones, pero pronto, con la otra mano, me aplastan y quedo achurruscada entre dedos ajenos.

Pero siento más pena por esas personas acostumbradas a achurrascar a otras, con sus gestos, sus palabras y desprecios. Si, eso es, siento pena por ellos, y así me siento bien, porque cuando pongo mi mano, la otra la sostiene con firmeza para que no haya ningún indicio de caída.

Me gusta la palabra "achurrascar" asi que la usaré más seguido.
¡No al achurruscamiento masivo!

1 comentario:

Nader dijo...

Estoy leyendo algunas cosas y me estoy convencido de que la ciudad nos dejó huérfanos. "la borradura de la memoria produce una urbanización racionalizadamente salvaje", esto lo dice J. Martín Babero. Lo que provoca que los encuentros sean como éste, desprovistos de lo físico pero honestos todavía.
Suerte
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