jueves, 22 de noviembre de 2007

gotiasantran

No defiendo a nadie porque a penas me defiendo a mi. Nada me identifica demasiado y no tengo ídolos ni favoristismos extremos. Pero me faltan, lo reconozco. Antes, me gustaba mirar por la ventana de la micro y evocar alguna situación penosa solo porque sí (eso suena a una canción). Pero ahora debo preocuparme por afirmarme bien para no resbalar del asiento más alto del bus. Es más, ya no medito mucho; el famoso timbre y la luz y verde me distraen y la gente luchando por subir por las otras puertas me dan ansiedad y ganas de bajarme.
Yo recepciono reclamos de la gente contra el transantiago y me he vuelto una máquina de escribir y de repertir "en 20 días más tendrá respuesta", y luego aceptar la nueva queja de la gente por tanta demora en solucionar algo. Hay gente que me vomita también. Se sube y me dice todo lo mal que lo ha pasado y cómo se me ocurrió a MI hacer esto. A mí. No a los ingenieros de las condes o tontorres mal informado, si no que a MI. Y luego yo me voy triste pensando en que YO debería irme de todo esto que no tiene solución.
La gente me dice "es que usted se pone la camiseta porque trabaja para el gobierno". Y yo respondo que sí porque me da lata explicar que no trabajo ni para el gobierno, ni que acepto todo lo que pasa. Entonces yo digo, "sí, señor, no señora, sí señor, no señora".
Lo bueno es cuando salgo del trabajo y golpeó la puerta de la camioneta tras de mi.
Ahí soy feliz, y comienza mi otra vida.


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