Siempre he pensado que las cosas que no son planificadas resultan mejor que las que organizas con anticipación, a veces nos damos mucho tiempo para buscar excusas de descarte. Al final, partí al show de Phoenix y pienso que hace mucho tiempo no me sentía tan cómoda y feliz: grité, canté, bailé y me moví como loca, me reí y vi harta gente rara, yo era una más.
Unos gringos me tomaron una foto, lo más probable para llevarse una imagen de una “autóctona” chilena y yo les sonreí porque no me importaba nada. Al terminar el show, no tenía voz, mis rodillas me dolían, perdí un aro y me avisaron que la luz estaba cortada en casa. Aún así, me fui feliz, porque celebré junto a mi banda favorita la buena noticia de mi viejo.
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